Blog sobre literatura

Un rincón literario


jueves, 16 de diciembre de 2010

Algunas canciones tristes

En El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, Valentín y Molina pasan sus penas en la cárcel, uno políticas y el otro morales, contándose películas y hablando de canciones tristes. La aparición de elementos de la cultura pop en las novelas contemporáneas nos permiten en ocasiones empatizar con los personajes también a través de lo que pueden transmitirnos algunas canciones. Y aquí va un ejemplo de la relación entre la narración y algunas canciones tristes:


Y se va... Él entonces se da cuenta del lastre que es para ella, a lo que se tiene que rebajar para salvarlo a él. El muchacho ve las barcas de pescadores que vuelven a su rada con la noche, camina hasta la orilla del mar, hay una luna llena divina, la luna se rompe en pedacitos al reflejarse en el oleaje manso de la nochecita tropical. No hay viento, todo es quietud, menos en el corazón del muchacho. Los pescadores hacen como un coro a boca cerrada, entonan una melodía muy triste, el muchacho la canta, a las palabras se la va dictando su propia desesperanza, «... luna que te quiebras... sobre la tiniebla... de mi soledad, ... ¿adónde? ¿adónde vas?... dime si esta noche tú te vas de ronda... como ella se fue, ... ¿con quién? ¿con quién está? ... Dile que la quiero, dile que me muero... de tanto esperar, ... que vuelva, que vuelva ya... que las rondas... no son buenas, que hacen daño... que dan penas, ... y se acaba por llorar...». Y a la madrugada cuando ella vuelve él ya no está, le ha dejado un papelito diciendo que la quiere con locura, pero que no puede ser para ella una carga, y que no lo busque, porque si Dios los querrá reunir nuevamente... se encontrarán aunque no se busquen... Y ella ve cerca de ahí muchos puchos de cigarrillo, y una cajita de fósforos olvidada, una cajita de las que dan en las tabernas del puerto, y ahí se da cuenta que él la ha visto... (Manuel Puig, El beso de la mujer araña).



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